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28.9.06

Normas Sociales en la Actualidad

Juan Freire

Normas sociales en comunidades (post)modernas: de la propiedad intelectual de los chefs franceses a la tolerancia de la sociedad holandesa


Las normas sociales son reglas no escritas ni definidas explícitamente que permiten el gobierno de un grupo. Se basan en el establecimiento de reglas de comportamiento y relación que incorporan “castigos” por parte del grupo al individuo que las incumple. El cumplimiento de las normas no depende de la existencia de leyes y de la aplicación del monopolio de la fuerza por los responsables de su cumplimiento; la eficacia de las normas se basa en la recipropcidad y por tanto hunden sus raíces en la biología evolutiva (que ha demostrado ya hace tiempo que la reciprocidad explica la cooperación entre organismos no emparentados).

Las normas sociales han funcionado (y aún lo siguen haciendo) en comunidades tradicionales permitiendo una gestión existosa, sin necesidad de leyes escritas, de recursos naturales como agua o pesquerías (community-based management). El trabajo seminal de la politóloga de la Universidad de Indiana Elinor Ostrom ha documentado y teorizado el gobierno de comunidades tradicionales mediante normales sociales (sus principales contribuciones aparecieron en su libro de 1990 Governing the Commons: The Evolution of Institutions for Collective Action).

Existe una visión demasiado simplista del funcionamiento de las sociedades modernas que identifica a las normas sociales exclusivamente con comunidades tradicionales y que tiende a sobre-estimar el papel de las leyes y a olvidar de la importancia de las normas sociales en el funcionamiento de los “nuevos” grupos y comunidades (por ejemplo sociedades urbanas o comunidades tecnológicas, científicas o de innovadores). Bien al contrario esas normas sociales forman parte del capital social de una sociedad, y constituyen un factor de desarrollo que se sitúa al mismo nivel que el capital financiero o humano. Pero las normas sociales propias de las comunidades tradicionales, fuertemente endogámicas y estables, se transforman para jugar otros, pero igualmente importantes, papeles en los nuevos modelos organizativos de las sociedades urbanas contemporáneas.

Hace poco proponía que una de las causas profundas de los incendios forestales en Galicia es la pérdida de capital social y, en particular, el debilitamiento de las normas sociales en la sociedad rural gallega. En este caso, las comunidades tradicionales pierden capacidad de convivencia conjunta y gestión de recursos comunes al fracasar en su adaptación a la modernidad. Traigo aquí dos ejemplos que nos pueden ayudar a comprender el papel de las normas sociales en las sociedades y comunidades contemporáneas, aquellas definidas por la modernidad líquida. En concreto, estos casos explican como las reglas no escritas suponen el soporte de la propiedad intelectual en una actividad creativa de vanguardia, como la gastronomía, o de la convivencia y tolerancia en una sociedad avanzada y compleja como la holandesa.

Emmanuelle Fauchart y Eric von Hippel han analizado los sistemas de propiedad intelectual basados en normas sociales que utilizan los cocineros de élite franceses (Norms-Based Intellectual Property Systems: The Case of French Chefs; January 2006, MIT Sloan Research Paper No. 4576-06; disponible en SSRN y también aquí). Los sistemas legales de protección de la propiedad intelectual están basados en patentes, copyright, y trade secrets, que permiten que el poseedor de derechos de propiedad intelectual pueda bien restringir sus derechos para su uso propuio o licenciarlos para su uso por otros de un modo controlado (y retribuido). Pero las recetas innovadoras de los chefs no están protegidas legalmente (son una colección de ingredientes y una descripción de un método de preparación no equiparables a la propiedad intelectual protegida por patentes o copyright), pero constituyen uno de los activos principales de los grandes cocineros.

Los autores realizaron un estudio empírico de la comunidad de chefs franceses de alto nivel, utilizando una selección basada en la Guía Michelin. Desarrollaron entrevistas personales, para determinar la existencia y tipo de normas sociales, y encuestas, para cuantificar los usos de las normas previamente identificadas. Sus resultados demuestran que existe un sistema de normas sociales que actúa como soporte de la propiedad intelectual. Así son comunes las transferencias informales de propiedad intelectual entre chefs sujetas a normas no escritas que se podrían resumir en tres reglas básicas (que se parecen en gran medida a las que gobiernan las comunidades científicas):

 no es correcto realizar copias exactas de las recetas reveladas por otros chefs,

 un chef que solicita información “propietaria” a otro colega, no se la transferirá a un tercero sin previo consentimiento, y

 existe un “derecho de reconocimiento” del autor de una receta cuando un tercero la utiliza o publica.

El estudio demuestra que los chefs se benefician, económicamente o en forma de prestigio profesional (que se traduce más tarde en beneficios económicos), de su propiedad intelctual. En este sentido, los resultados de la investigación cuantitativa indican que:

los chefs cuentan con propiedad intelectual valiosa, y la decisión de revelar su propiedad intelectual a otros colegas tiene una naturaleza económica, y la base de los intercambios es la certeza de la reciprocidad (cuando se detectan casos de engaño, los chefs “culpables” son excluidos del grupo y de los intercambios de información).

El caso de los chefs franceses indica que los sistemas basados en normas sociales tienen, respecto a los sistemas legales, ciertas ventajas: su menor coste y mayor rapidez de aplicación y su mejor adaptación a comunidades particulares con problemas muy específicos (a lo que no llega fácilmente la legislación). Su principal problema es que sólo son efectivas en el control del comportamiento de individuos que valoran la respuesta de la comunidad. Los individuos con estatus muy alto o muy bajo se ven poco afectados por las respuestas de la comunidad y por tanto tienden a no respetar esas normas. Así, el mundo de los diseñadores de moda, en particular el de la “alta costura”, se rige por normas sociales similares, pero las empresas de diseño de “masas” no aceptan las normas sociales y copian abiertamente los diseños creados por la élite. En este sentido es paradójico que, a pesar del fallo de las normas sociales en las comunidades de diseñadores de moda, el ámbito de la alta costura se mantiene aparentemente muy activo e innovador.

La importancia del trabajo de Fauchart y von Hippel radica en que demuestra la vigencia e importancia de las normas sociales en comunidades creativas de élite y perfectamente integradas en la modernidad líquida. Pero, precisamente la fluidez contemporánea crea una situación tremendamente dinámica en la que el sistema de normas funcionará sólo en comunidades con un alto grado de confianza y se integrará con sistemas legales produciendo una realidad compleja y cambiante en el que el valor de las normas sociales se puede modificar rápidamente como respuesta a los cambios del entorno global en que se desarrollan estas nuevas comunidades.
Por otra parte, las normas sociales juegan un papel muy importante en la creación de condiciones de convivencia pacífica y respeto a la libertad individual en sociedades avanzadas y complejas. En dos artículos de A. Jiménez Barca publicados en El País el 4 y 5 de Agosto sobre Holanda (1. Misterios de Holanda, 2. Lejos de Amsterdam) se muestra como la sociedad holandesa ha asentado su extremada tolerancia sobre normas no escritas de autodisciplina que pueden estarse destruyendo por el choque con otras comunidades de origen rural que han basado tradicionalmente su convivencia en otro tipo de normas:

Ronald y Cristian no pueden pasear cogidos de la mano por las calles de su barrio de Transvaburt, en Amsterdam. ¿Qué ocurre? La respuesta está en los cambios de comportamientos que la inmigración provoca en el pequeño país de los tulipanes, los 'coffee shops', las bicicletas y la amplia libertad sexual…

… el prestigioso historiador Geert Mak …"…el asesinato de Van Gogh, y el de dos años atrás, el del político Pim Fortuyn, en 2002, han sido un mazazo para los
holandeses. Han sido incidentes, bien, pero está claro que no estábamos acostumbrados: el último asesinato político ocurrió en 1672, cuando una multitud enfurecida mató en La Haya a los hermanos De Witt, dos altos mandos del ejército a los que acusaban de haberse vendido a los ingleses".

"Durante el pasado, los holandeses nos hemos agrupado por religión o tendencias: católicos, protestantes, comunistas... Cada parte de la sociedad constituía un pilar diferente. Y todos se toleraban unos a otros. Pero ojo: la base de la tolerancia estaba en la indiferencia. Y en que, a la hora de las inundaciones, todos tenían que unirse para aguantar el dique. Holanda es un país ganado al mar, no lo olvide. Y esta lucha hacía que todos se necesitaran. Ahora bien, a partir de finales de los años sesenta, esto se destruye. Ya no hay pilares. Ya no hay lucha contra el mar codo con codo, porque hay un sistema de diques más fiable".

"La sociedad sigue siendo tolerante, con una tolerancia extrema que se basa, en el fondo, en una gran autodisciplina. Hay leyes ocultas: tú puedes beber, pero no emborracharte hasta el extremo que molestes; tú puedes fumar marihuana, pero no hasta el extremo de que tengan que llevarte en brazos a tu casa... Y a esta mezcla de disciplina y tolerancia, de anarquía controlada, propia de una civilización muy compleja, muy liberal, muy permisiva pero con muchas normas y leyes no escritas, llegan inmigrantes que no es que sean musulmanes, sino que proceden de aldeas, de unas sociedades muy poco urbanas. Hay mucha distancia entre unos y otros. Pero es algo que debemos superar: me avergüenza la política de expulsión de inmigrantes que últimamente está llevando mi país. Porque, en el fondo, el miedo a la globalización lo proyectamos sobre los inmigrantes. Al final, la tradición del internacionalismo triunfará…"

El caso de Holanda demuestra, en otro escenario, la importancia de las normas sociales al mismo tiempo que descubre su caracter dinámico y enormemente fluctuante en función de fuerzas externas y escasamente controlables por las sociedades “afectadas”. La sociedad holandesa supo reinterpretar sus reglas de convivencia en la transición a la modernidad convirtiéndolas en el soporte de su tolerancia. En Galicia este proceso falló en gran parte y puede que ahora se estén sufriendo las consecuencias. Pero nada es inmutable e igual que la sociedad holandesa está encajando mal un nuevo cambio social, puede que la gallega logre reactivar un modelo de convivencia y tolerancia que recupere su capital social y garantice su progreso, … o no?.